14 marzo 2010

Ideólogo

Los líderes de los partidos suelen ser una ralea de hombres con muchas (o casi todas de sus) ideas preconcebidas, lo suelen tener todo claro, suelen tener soluciones para todo y saberlo casi todo. Por eso yo no cuadraba en la estructura, tremendamente monolítica de ningún partido. No entendía como yo, humilde mortal que no tenía nada claro, podría llegar a liderar nada, si no tenía ideas claras sobre nada; si yo escuchaba y era capaz de que otra persona me convenciera con sus argumentos y de mudar de opinión si ello era lo suficientemente razonable. No entendía como personas, que en privado no opinaban como el líder, en público, acudían solícitos a una especie de "a mi la legión" o respondían sin pestañear a la pregunta "¿de qué color son los tuyos?". No me apetecía pasar los domingos por la mañana en los mítines y actos públicos; no me apetecía sonreir o aparecer sonriendo detrás de los atriles en los que los líderes soltaban toda su retahíla de críticas al gobierno de turno...todo eso era mediocre; toda esa lucha, todo ese navajeo diario, todos esos hombrecillos engominados, de dientes blancos, principios negros o verdes, corbatas azules, encaminados a encumbrar y cargar en silla dorada aquel de ellos que más había sabido vadearse entre tanto personaje, inútiles como esos peces naranja de pecera doméstica.
A mi me interesaba más el poder, el verdadero poder. Por eso me convertí en IDEÓLOGO. Todo comenzó por escribir un discurso contra la crisis a ese tonto que opositaba a gobernante de una derecha dura y pedregosa. Siguió con otro discurso para otro opositor a líder de alguna nada de la izquierda. Y así fui copando la discursología de los pequeños reinos de taífas de gentecilla que aspiraba a cualquier cargo de tercera o cuarta en la estructura de los partidos. Monté mi propia consultora de ideas, editora de argumentos, think tank (como dicen los modernos, también por iniciativa mía).
Así y ahora, míos son todos los argumentos vacuos que dan los políticos; míos son los temas sobre los que se discute cada semana en los mítines, en los parlamentos y los que salen en los telediarios; míos son los dimes y diretes que recorren el ideario de los partidos estos últimos años, las conversaciones de los bares y los de la Villa y Corte. Mías son, en fin, las ideas preconcebidas con que se maneja la sociedad actualmente. Al fin he conseguido lo que quería, ser alguien, sin ser nada...ser seguido por muchos tontos, tener poder...ser un líder.

1 comentario:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Buenísimo, actual, brillante.

Este texto, con su permiso, me lo guardo.

Un abrazo.